África según National Geographic. Un análisis crítico del discurso (1989-2013)

 

Sònia Casas Codinach
Centre d’Estudis Africans (CEA)

La revista National Geographic (NG a partir de ahora) está considerada un icono de la cultura de masas. Modelo paradigmático de los contenidos antropológico-paisajísticos clásicos, a lo largo del siglo XX su mirada ha moldeado la imagen que generaciones de norteamericanos tienen del resto del mundo, especialmente de aquellos lugares remotos, como es el caso de África. También ha servido de modelo a numerosas publicaciones extranjeras y ha inspirado los profesionales que trabajan en ellas. Por todo ello, se la considera no sólo un producto cultural sino un generador de cultura en sí mismo, cuya credibilidad se sitúa más en el ámbito del libro o la enciclopedia que en el de las revistas populares.

Algunos autores, especialmente Lutz y Collins, han demostrado que a lo largo de todo el siglo XX, NG ha tenido unos patrones de representación del llamado Tercer Mundo muy concretos, marcados por una mirada androcéntrica del mundo que deambulaba a caballo del exotismo primitivista y el Orientalismo de Edward Said, así como por la justificación colonialista de Rudyard Kipling y los prejuicios raciales.

Una de las formas de obtener los patrones de representatividad de un medio de comunicación es a través del análisis cuantitativo de  sus contenidos. Éste permite determinar y categorizar el número de incursiones, las temáticas o la jerarquización de los actores de los reportajes, entre otros aspectos. Establecidos estos patrones, se puede proceder al estudio en profundidad de unos pocos reportajes representativos, tanto a nivel textual como visual. Para ello, se usa la metodología propia del análisis crítico del discurso. En este caso, los resultados obtenidos permiten deducir los discursos que un medio, en este estudio NG, construye sobre un tema concreto, en este caso, los países del África subsahariana.

En los artículos del período estudiado (1989-2013), se detectan cuatro tipos de discursos y que hemos titulado: “África es… un Edén”, “África es el caos”, “África se desarrolla. Qué sorpresa!” y “África es una aventura”.

“África es... un Edén”

En NG, existe una África virgen, donde apenas existe la huella del hombre. Es una África de paisajes idílicos, poblada de animales y buenos salvajes. Son paisajes que el hombre occidental fantasea recorrer, emulando los antiguos exploradores del XIX. De hecho, algunas imágenes cobran un sentido de irrealidad o de ensueño e incluso remiten a escenas propias de la pintura paisajista de la Escuela del río Hudson de finales del siglo XIX.

A la izquierda, dos cuadros de Albert Bierstadt, considerado el gran pintor del Oeste americano.

Esta África parece estar al margen de todo, incluso del paso del tiempo. Es la verdadera África, la "cuna de la humanidad" que, como en tantos reportajes se insiste apenas ha cambiado.

El hombre primitivo es el único que no interfiere en esta imagen paradisíaca. Y es que el buen salvaje es una persona percibida a caballo de la civilización y la naturaleza, que vive en plena armonía con ella. De hecho, hay ciertos paralelismos entre el modo como se les representa a ellos y a los animales: ambos son seres dignos, autosuficientes, que viven en paz en el entorno que les rodea, el cual les da todo lo que precisan sin necesidad de maltratarlo, dominarlo o modificarlo. Al igual que los animales, a estos hombres se les presenta como si vivieran fuera del tiempo.

Animales y hombres trepando por los árboles, corriendo por el bosque o escondidos entre hojas.

Son humanos sin tiempo y sin historia que protegen unas tradiciones y modos de vida ancestrales cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos y que se encuentran en peligro de extinción, de nuevo, igual que animales como los rinocerontes negros o los elefantes. Pero esto no convierte al buen salvaje en una víctima ni en un ser necesitado de ayuda humanitaria o de progreso, al contrario. En el discurso de NG es un ser completamente satisfecho de su identidad. De hecho, los buenos salvajes parecen no sufrir ninguno de los males que acechan a sus paisanos: sida, hambre, malaria. Tampoco carecen de lápices para las escuelas o de medicamentos en los hospitales. Y tampoco se les juzga por hacer cosas que en otros entornos consideraríamos inadmisibles o políticamente incorrectas: modificar dolorosamente el cuerpo de las mujeres por razones estéticas, peleas brutales, mutilaciones o sacrificios de animales.

La sobrerepresentación de estas tribus en los reportajes se hace evidente al constatar como, a pesar de ser minorías, en reportajes dedicados a un país o a una amplia zona geográfica, los únicos humanos son ellos, copando incluso la portada de la revista, como en este caso hacen los miembros de la tribu Luvale.

Como han demostrado Lutz y Collins y también mantiene Linda Steet, existe una cuestión de género y raza en el modo como NG ha representado siempre el cuerpo primitivo. Norman Denzin argumenta que al retratar estos africanos, también "se les convierte en un objeto de deseo, digno de ser admirado tal cual se admira un cuadro y que se compran y venden, sensación que se traslada al conjunto de las naciones que representan". Esto explicaría la práctica ausencia de retratos de ancianos en estas comunidades –a pesar de ser los sujetos más venerados e importantes en las mismas–, puesto que el objeto debe cumplir ciertos cánones estéticos.

No obstante, existe una gran diferencia en como se ha retratado a los buenos salvajes y a las buenas salvajes. Samuel Delany explica que la reproducción de estas mujeres semidesnudas se ha percibido siempre como "pornografía suave científicamente legitimada" mientras que Steet va más allá y afirma que el relato de NG ha contribuido indirectamente en la explotación sexual de las mujeres del Tercer Mundo por parte de occidentales.

En cualquier caso, la gran diferencia entre los retratos a ellos y a ellas es la erotización en la representación de la mujer –niñas y adolescentes incluidas–, de quien el encuadre siempre busca mostrar sus senos descubiertos mientras que en el caso de los hombres que van desnudos, el encuadre siempre busca la ocultación de los genitales masculinos a través de algún objeto o gesto.

La imagen de una preadolescente con los pechos aún por desarrollarse del todo contrasta con la disposición estratégico de los dos hombres, que evita que se vea que van completamente desnudos. – Tres niñas (de acuerdo con el término 'girls' usado en el pie de foto son mostradas con los senos descubiertos –El fotógrafo (o el editor gráfico o maquetista) ha cortado la imagen justo por debajo del seno, a pesar de no aportar nada de relevante a la imagen, puesto que lo verdaderamente importante de ésta de acuerdo con lo que se dice en el texto es el enorme tamaño del plato labial.

Es destacable también la simplificación con que se abordan las cuestiones de carácter antropológico. Uno de los recursos que los textos usan para simplificar estos conceptos es poniéndolos en boca de los habitantes a través de frases muy cortas y gramaticalmente muy básicas. De este modo, aspectos más complejos referentes a los sistemas de poder, la organización política y jerarquías, grupos de edad, sistemas familiares, el concepto del precio de la novia, la organización de los recursos o el sustento económico de las familias quedan reducidos al estereotipo y la caricatura. Las tribus son así despolitizadas, desculturalizadas y con un pasado histórico limitado a las luchas ancestrales que mantienen con otras tribus, normalmente por la tenencia de la tierra, concepto básico que tampoco suele desarrollarse.

De hecho, la relación del africano con la tierra, el culto a los ancestros, la significación profunda de los rituales, el uso de máscaras y, en definitiva, todo aquello relacionado con el sistema de pensamiento africano y su cosmovisión  apenas se desarrolla en los textos a pesar de que la mayoría de imágenes corresponden a fiestas, ritos de paso o celebraciones relacionadas con ello. Así, el discurso visual vinculado a las religiones y la cosmovisión africana suele ser de dos tipos: el que las presenta desde la perspectiva del miedo y el que lo hacen desde la perspectiva del divertimento.

La religión africana es despojada de cualquier racionalidad, quedando reducida a la “magia negra” y a los bailes y danzas con máscaras, faldas de paja y cuerpos pintados.

Todo ello contribuye también a que el lector perciba la tradicional sacralidad africana no sólo como algo irracional sino también infantil, una infantilización que crea una relación paternalista entre el lector –y el periodista– y el sujeto primitivo. Al igual que el concepto del desarrollo-subdesarrollo –como veremos en el apartado del África del caos–, esta relación paternalista establece una relación de poder, la que permite por ejemplo a las autoras de este reportaje, fotografiar a las mujeres sin el plato labial para mostrarlas a todo el mundo, cuando el texto explica que raramente se dejan ver sin el labio en público.

“África es... el caos!”

Lutz & Collins señalan que en el período analizado por ellas (1888-1993), de todo el Tercer Mundo, el continente africano es el que obtuvo el mayor porcentaje de titulares con connotaciones negativas (60%), mientras que la media era del 34%. En el período analizado en este trabajo (1990-2013), los titulares que podrían tener connotaciones negativas se han substituido por titulares interrogativos, citas o juegos de palabras que muestran dicotomía entre aspectos negativos (pobreza, violencia,...)  y positivos (esperanza, esfuerzo,...). De hecho, el África del caos es una dicotomía en sí misma: existe una África del caos urbana y otra rural. Ambas tienen asignados sus propios discursos. Textos vinculados a la violencia callejera, la corrupción, el "desgobierno" y la desigualdad entre ricos y pobres aparecen representados en entornos urbanos, a través de imágenes de calles y transportes abarrotados o fotos aéreas de barrios de chabolas o bien a través de metáforas que nos remiten de forma connotada al tema tratado.

Tres formas alegóricas de representar la violencia en Johanesburgo: un muerto por un tiroteo, los muros que protegen las casas de los barrios de clase media y el señal de prohibido armas y el guarda en la puerta de una tienda.

La desigualdad entre ricos y pobres se muestra a través del concurso de belleza canina y un negocio callejero dedicado a rellenar botellas de leche usadas o una escuela privada y la "escuela de la calle".

En cambio, temáticas como la epidemia del sida, la inseguridad alimentaria, el expolio de los recursos naturales o el impacto en la sociedad civil de una guerra se suelen ubicar en entornos rurales, entornos que a pesar de estar en plena naturaleza aparecen fotografiados de modo muy distinto a los del África del Edén, tanto a nivel técnico como a nivel conceptual. Como en el caso del "caos urbano", ninguna de estas temáticas abordadas en el texto se muestra de forma explícita gráficamente, sino que se hace a través de imágenes metafóricas o alegóricas.

El pie de foto remite a la sequía y al hambre que azota a los somalíes, representados por sus campos de cultivo – La familia de una niña enferma de sida (en el centro de la imagen) la acompaña al médico y reza por ella. La niña todavía vive pero la imagen nos remite a su propio velatorio, sugiriendo de que modo flota la muerte en el ambiente – ¿Un trabajador controlando una extracción petrolífera en Nigeria? No, justo lo contrario. El pie de foto nos informa que se trata de una incursión ilegal por parte de un local que protesta así por la falta de repercusión que tienen estas actividades económicas en la vida de las comunidades de su entorno.

Temáticas de actualidad africana en los medios de comunicación diarios como la guerra, la ayuda humanitaria o los refugiados no suelen aparecer de forma explícita en los reportajes de NG. De nuevo, estas temáticas se muestran a nivel visual a través de imágenes metafóricas o alegóricas mientras que el texto aborda el tema de forma global, a modo de balance, o se tocan de modo tangencial, aludiendo por ejemplo a los campos minados como secuelas de la guerra en Mozambique, los restos de material bélico en la frontera entre Zambia y Angola o el impacto de la guerra en la República Democrática del Congo a través de la disminución de la población de gorilas. De hecho, en la revista de septiembre de 2005, dedicada íntegramente a África, no hay ninguna referencia explícita a conflictos bélicos, ayuda humanitaria o campos de refugiados.

Precisamente, en este monográfico, el título de portada: Africa, whatever you thougth, think again pone de manifiesto la voluntad por encontrar enfoques nuevos a esta África del caos tan estereotipada por los medios de comunicación diarios. El modo de NG para lograrlo es afrontando estas temáticas desde la esperanza y el positivismo: los protagonistas son sujetos que realizan actos esperanzadores y las citas seleccionadas son optimistas. Las informaciones con connotaciones negativas se dejan para las generalizaciones y los datos estadísticos. Por ejemplo, en un artículo sobre el sida1, se remarca el espíritu de superación de los tres protagonistas enfermos, el hecho de que los tres han podido ser medicados y se remarcan las campañas para dejar de ser un colectivo estigmatizado. Además, en el gráfico de los macrodatos, aparece un mapa mundial, dando a entender que se trata de un problema de carácter global y no exclusivo de África.

La búsqueda de un discurso nuevo para el África del caos también se percibe en reportajes como Somalia: a failed state?, cuya tesis se resume en el reportaje de este modo: "Había sólidas razones para suponer que Somalia, abandonada por el mundo, se hundiría en los abismos del hambre y la guerra. Pero no ha sido así. Los somalíes han logrado sobrevivir y avanzar con autonomía, en algunos aspectos con mayor éxito que otros países en vías de desarrollo receptores de ayuda y asesoramiento internacionales". Ahora bien, ¿desafía este reportaje la tesis geopolítica de la Casa Blanca sobre el "estado fallido"? No, y es que tanto el discurso visual como el segundo nivel de lectura constituido por los pies de foto y los destacados concuerdan con los parámetros que definen el "estado fallido". Así, NG mantiene su línea políticamente correcta en relación a las directrices de Washington –no en vano se la considera una "institución nacional privada" (Lutz & Collins)–, sin dejar de ofrece al lector un enfoque diferente de un tema ya muy tratado en la prensa diaria.

“África se desarrolla... qué sorpresa!”

En primer lugar, conviene señalar que el concepto del "desarrollo" también tiene su propio discurso, un discurso "científico" basado en metodologías occidentales que han permitido compilar y analizar todos los aspectos de la vida y estilos de vida de los beneficiarios (Marc DuBois). Este discurso del desarrollo ha condicionado parámetros como aquello que es "más seguro", "mejor", "más nuevo", "más saludable", "el modo más correcto de hacer las cosas". Steet asegura que la poderosa relación que ha emergido de todo ello es la que ha permitido, por ejemplo, que los occidentales pudieran entrar cámara en mano en las vidas y viviendas de los no occidentales para representarlos ante ellos mismos y el mundo. De este modo se han jerarquizado las culturas, estableciéndose categorías de desarrollo y subdesarrollo, categorías que, insiste DuBois, son una creación mental.

En casa, cocinando – Durante el baño – En la cama, durmiendo. A diferencia de éstas tres, las fotografías de escenas íntimas en contextos occidentales sólo se muestran si hay alguna otra razón periodística que justifique el hecho de mostrar la vida íntima de las personas.

Así, en el imaginario colectivo occidental, África se encuentra en el último peldaño de todos. Veámos cómo se la define en un artículo: "It looked to me life the Africa I had first seen over 30 years ago; independent, self-sufficient and of course, undeveloped"2.

Podría reflexionarse mucho sobre el hecho que alguien independiente y autosuficiente sea considerado subdesarrollado, pero lo que queremos destacar de esta frase es el "of course" que precede al término "subdesarrollado". Este subdesarrollo que se da por descontado es el que hace que el incipiente desarrollo africano sea percibido como algo inesperado, sorprendente, insólito. Y así es como NG nos presenta a esta nueva África.

El modo para conseguir este "efecto sorpresa" se logra, en primer lugar, con una imagen que llame la atención del lector por ser una propuesta visual transgresora a nivel estético o por establecer todo un juego interpretativo con el lector basado en suposiciones y estereotipos, a menudo raciales, profundamente arraigados en un inconsciente colectivo compartido por todos los que participan en la creación del discurso: desde el fotógrafo o periodista hasta el lector pasando por los editores de la revista. Así, la fotografía de una mujer blanca sirviendo a una negra en Suráfrica está intencionadamente elegida para crear un determinado impacto. Pero al leer el pie de foto nos enteramos que en realidad no es una sirvienta sino una amiga. No obstante, en la imagen a ambas no se les muestra en una postura que denote su condición de igualdad sino en una que sugiere condición de servicio, acentuado por el gesto de la mujer negra que parece "ignorar" a su compañera.

Lo mismo sucede con los puros de la imagen de la derecha. Símbolo de estatus económico y social, desde el punto de vista occidental el puro no forma parte del mundo africano y por eso, sorprende. Tras leer el pie de foto, el puro aun realza más la mejora económica que se nos dice que han logrado estas personas nacidas en el barrio de Soweto.

La sorpresa también se consigue a través de imágenes como las siguientes:

En la primera imagen, la sorpresa viene dada principalmente por dos aspectos: el estatus religioso de los protagonistas y el logotipo de Esso, que nos habla de esta África globalizada y polo de atracción de multinacionales. Si la misma imagen la protagonizaran dos hombres con traje y corbata, su significado cambiaría completamente, pero en estas imagenes es imposible no preguntarse: ¿qué están haciendo? El pie de foto, entonces, rebaja la sorpresa: prospecciones en poblados para comprobar que la empresa petrolífera está invirtiendo recursos en ellos.

Respecto al grupo de chicas, el efecto sorpresa lo generan los trajes y pamelas de corte británico, tan alejados de las ropas africanas, y que aluden directamente a las tradicionales fotografías de la alta sociedad británica en los torneos de polo. Cuando se lee el pie de foto, el lector descubre que ellas son la "nueva clase media de Nairobi", "a class that expands, although the gap between rich and poors remains wide"3. Así, la suma del texto y la foto hace que el lector se quede con un mensaje: la clase media africana equivale a la clase alta europea puesto que en África aun no existe la clase media.

Y por último, ¿dónde sino en África puede un elefante pasearse tan tranquilo por el hall de un bonito hotel? Y es que el desarrollo en África tiene estas cosas... parece que nos diga la imagen.

En todos estos casos, como se ve, la conexión entre las fotografías y el segundo nivel de lectura resulta esencial a la hora de generar el significado completo y evitar que el lector se quede con la primera falsa impresión con que juega la imagen.

“África es... una aventura!”

Pero, ¿para quién? En primer lugar, para el lector. Es imprescindible que éste "sienta" que está haciendo un viaje. De ahí los reportajes con un hilo conductor basado en el avance por un lugar geográfico determinado, por ejemplo, el curso de un río. El texto consigue este mismo efecto mediante la frecuente aparición de citas de los guías locales o de conversaciones con personas con las que el autor va encontrándose de modo casual mientras hace el viaje. Visualmente, el uso de imágenes en medios de transporte (barcos, autobuses, camiones) también genera este efecto al igual que los grandes paisajes de reminiscencias pictóricas.

Existe un segundo sujeto para quien África es una aventura: el hombre blanco representado en los reportajes. Es el que hace turismo de safari, el que practica deportes de riesgo y sonríe cuando los niños luvale del Zambezi lo llaman "Oddsportfisherman" (el extraño pescador deportista)4 y el aventurero que realiza una larga expedición en condiciones extremas por placer, como en el caso de la serie de reportajes Megatransect. Para NG, sus "gestas" deben ser documentadas e incluidas en los reportajes que representan África, quizás por que son las personas con los que el lector empatiza y se identifica. Es tal y como  sería él mismo si hiciera el viaje.

Finalmente, hay un tercer sujeto para quien África es una aventura: los fotógrafos y reporteros, sobre todo aquellos especializados en fotografía de fauna o de viajes. La tipología de su trabajo tiene paralelismos con lo que hacían los exploradores hace doscientos años y lo que hicieron después escritores y viajeros durante la etapa colonial. En cierto modo, han ocupado su lugar y se consideraran sus "herederos".

Los paralelismos no son sólo implícitos sino tácitos puesto que, por las referencias visuales y textuales, es como si esta época de la exploración fuera una fuente de inspiración constante. A nivel textual, estas referencias se hacen a través de citas literarias. "But much of the river would be instanly familiar (para Livingstone), for so little has changed"5, In the colonial 1890's a Frenchman wrote "For the first time in these regions I was astounded by the work of man" (en referencia a la mezquita de Djenne)6. A nivel visual, las alusiones se hacen a través de los pies de foto, que procuran dar la sensación de que estamos viendo lo mismo que veían los primeros exploradores.

El pie de foto de esta primera imagen no sólo nos traslada al siglo XIX sino que va más allá, nos remite a la época del comercio transahariano – Este puente sobre el Zambezi fue construido por un misionero francés tras saber que varias personas habían muerto cruzando el río. El pie de foto pone en valor esta historia.

La rememoración de las gestas de los primeros exploradores siempre se hace desde la admiración y la épica, pero raramente hace alusión al ataque colonial que comportó después. Y si lo hace, esta etapa nunca se presenta desde una perspectiva negativa sino reforzando "su misión civilizadora", como en el caso de la construcción del puente en la fotografía de arriba.

Aun así, sorprende que en el primer artículo del monográfico de septiembre de 20057, Jared Diamond intente explicar la evolución del continente desde que fue "cuna de la humanidad" hasta la identificación actual con la "miseria y la pobreza", omitiendo cualquier referencia a este período. También en los temas geopolíticos, los timeline o los propios textos centrales suelen retroceder hasta la independencia del país, durante los años sesenta, pero no van más allá.

Desde sus inicios a finales del siglo XIX y hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX, NG hizo suyo el discurso ideológico del estándar civilizador de Kipling, destacando siempre el carácter benéfico de estos civilizadores que aceptaban sobre sus hombros la pesada carga del hombre blanco que justificó el ataque colonialista. Entrado el siglo XXI, la revista mantiene esta fascinación por la época colonial, evitando hacer cualquier autocrítica sobre los impactos negativos del colonialismo.

En cierto sentido, en los numerosos reportajes dedicados al África del Edén, a menudo los textos transmiten la denominada "nostalgia imperialista" (Rosaldo 1989), que añora un pasado que ya no existe y que el propio imperio ha destruido.

Finalmente, vale la pena señalar que los cuatro discursos parten de oposiciones binarias: blanco/negro; occidental/no occidental; Edén/Caos, tradición/ modernidad; desarrollo/subdesarrollo; primitivo/civilizado... oposiciones que giran alrededor de una oposición básica: la de nosotros: editores, fotógrafos, periodistas y lectores y el otro (el africano), una barrera mental que marca, aun hoy, las relaciones con el África subsahariana.

Notas

1 My name is Nomfumaneko Yako. I'm fifteen. I've started to be sick at may last year.

2 Down the Zambezi, pág. 17.
3 Down the Zambezi, pág. 17.
4 Down the Zambezi, pág. 9.

5 Down the Zambezi, pág. 17.
6 West Africa's Eternal City, destacado pág. 105.
7 Africa: Whatever you thought, think again.

Referencias bibliográficas:

• Ellis, Stephen & Gerrie ter Haar. Mundos de poder. Pensamiento religioso y práctica política en África. Ed. Bellaterra. Barcelona, 2005
• Gill, Rosalind. Gender and the media. Cambridge University, Cambridge, 2007
• Kabunda, Mbuyi & Santamaria, Antonio. Mitos y realidades de África Subsahariana. La Catarata. Madrid, 2009
• Lutz, Catherine A. & Collins, Jane L. Reading National Geographic. The University of Chicago Press. Chicago, 1993
• National Geographic. The complete National Geographic (DVD), Washington DC. 2009
• Pratt, Mary Louise. Imperial Eyes: Travel writing and Transculturation. Routledge. Nueva York, 1992
• Steet, Linda. Veils and daggers. A century of National Geogrpahic's representation of the Arab world. Temple University Press. Filadelfia, 2000